Con el uso de energía solar, la reutilización del agua y el
aprovechamiento de los vientos, entre otras innovaciones ambientales
apoyadas en la tecnología, las islas ecuatorianas de
Galapagos se
convertirá mañana en el primer lugar del mundo donde funciona una
terminal aeroportuaria ecológica.
Así lo aseguró a Efe el argentino Ezequiel Barrenechea, presidente del
Aeropuerto Ecológico de Galápagos y Director para Latinoamérica y El
Caribe de Corporación América, que tiene la concesión del campo de
aviación del archipiélago por quince años.
Tras un año de construcción, mañana entrará en operación la terminal del
aeropuerto, aunque sus acabados aún no están concluidos, puesto que se
realizarán "con la piedra y madera que se saque de la antigua terminal,
para de esta forma evitar desperdicios y reutilizar al máximo el
material existente", indicó.
El edificio, que usarán entre 800 y 1.000 pasajeros diarios, se
inaugurará oficialmente la primera semana de febrero próximo, en tanto
que para agosto se prevé que estén listas la pista y la plataforma.
En la construcción del aeropuerto, que toma en cuenta el entorno
ambiental y busca un bajo impacto sobre el ecosistema, se invertirán 24
millones de dólares, según Barrenechea.
"Es el primero y el único, por ahora, realmente ecológico y certificado
Leed Gold", dijo en referencia al sistema de certificación de edificios
sostenibles desarrollado por el
Consejo de la Construcción Verde de
Estados Unidos.
Decidieron construirlo en Galápagos, a unos 1.000 kilómetros de las
costas continentales de Ecuador, "porque es el mejor lugar para dar el
ejemplo de que se puede y se debe construir en forma sustentable. Es
Patrimonio Natural de la Humanidad e icono en cuanto a cuidado de la
naturaleza se refiere", comentó.
Los constructores aseguran que la edificación sustentable apunta a
lograr una mayor calidad ambiental con una mínima dependencia
energética, apoyándose en la implementación de estrategias bioclimáticas
de acondicionamiento natural y el uso de energías renovables.
Por ejemplo, la nueva terminal, de uso solo diurno, cuenta con colores
claros en determinadas paredes en búsqueda de luminosidad, así como
grandes ventanales para permitir el ingreso de luz natural y que ayudan,
además, a la ventilación natural del recinto.
En los pocos espacios donde la brisa natural no es posible, se usan conductos de aire enterrado, con ventilación forzada.
El nuevo edificio está ubicado en dirección de los vientos predominantes
para aprovechar "al máximo" la brisa del lugar, que permite bajar la
temperatura promedio sin uso del aire acondicionado y permite regular
con mayor control la cantidad de luz solar.
Asimismo, la nueva ubicación de la terminal asegura que los gases de las
aeronaves estacionadas y en movimiento no ingresen en el edificio y
disminuye el ruido percibido por los pasajeros.
El aeropuerto está en la isla Baltra, que no dispone de fuentes de agua dulce y donde el agua de lluvia es limitada.
Una planta de desalinización suministrará el agua para la terminal,
donde se la usará en lavabos, mientras que se reciclará la de los
inodoros.
Además, un sistema fotovoltaico abastece un 13 % de la demanda total de
energía de la instalación y se busca que se eleve al 25 %.
El
archipiélago de Galápagos debe su nombre a las grandes tortugas que
lo habitan y es, desde 1978, Patrimonio Natural de la Humanidad
designado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (Unesco).